Martes, 28 de Noviembre de 2006 10:53

La cultura Messenger revoluciona la sociolog�a juvenil dando independencia a sus usuarios con respecto al mundo exterior seg�n un estudio presentado en un acto promovido por el Consejo Social de la UCO.

G.C. - C.M.
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El pasado viernes se present� en C�rdoba, en un acto promovido por el Consejo Social, la investigaci�n "J�venes y cultura messenger. Tecnolog�a de la informaci�n y la comunicaci�n en la sociedad interactiva". El estudio muestra c�mo �stas se han convertido en un bien de primera necesidad para los j
�venes, d�ndoles independencia con respecto al mundo exterior.

La investigaci�n, que analiza tambi�n el posicionamiento, tipo de uso y valoraci�n de las TICs (Tecnolog�as de la Informaci�n y la Comunicaci�n) entre los adolescentes y j�venes de 12 a 29 a�os, ha sido elaborada por la Fundaci�n de Ayuda contra la Drogadicci�n (FAD), el Instituto de la Juventud (INJUVE) y la Obra Social de Caja Madrid.

Seg�n se desprende de este trabajo, esta independencia ha creado un cambio radical en la sociabilizaci�n y forma de relacionarse de los j�venes, ya que "la presencia" y el "contacto" - considerados por los j�venes como dos principios esenciales sin los cuales no se puede originar una amistad (en el sentido de una amistad que hay que cuidarla d�a a d�a, demostrando que se est� al lado de la persona querida, que adem�s habr� de comportarse de forma rec�proca�) - han sido desbancados por la posibilidad de conectarse al messenger y entablar relaciones con personas desconocidas que, probablemente, en la calle, cara a cara, no ser�an tal cual se muestran a trav�s de la red.

Dentro de los instrumentos comunicacionales que ofrece la red, el estudio confirma que los foros y chats est�n en franco declive y que el uso del messenger (mensajer�a instant�nea) sube de forma imparable. De hecho, un 24.2% de j�venes universitarios de 20 a 24 a�os afirman utilizar el messenger de forma diaria, frente al escaso 3.1% de j�venes que reconoce utilizar diariamente los chats.

Las ventajas que los j�venes ven en el messenger son muchas y variadas. En primer lugar apuntan a que permite una comunicaci�n continua, prolongada y econ�mica. Por otra parte, les permite comunicarse "a la carta", es decir, elegir con quien se habla, mantenerse oculto "al acecho" hasta que interesa "aparecer", ampliar su red relacional o mentir "con las cartas descubiertas" (todos asumen que, m�s o menos, mienten y que les mienten). Frente a los chats, que exigen una b�squeda activa, el messenger permite estar "pasivamente disponible".

Los j�venes tambi�n apuntan como ventajas que es un medio seguro (se admite en la lista de contactos a quien se quiera), y en el que se est� siempre disponible pero sin exponerse en el caso de que la conversaci�n no interese.

El messenger tambi�n posibilita para los j�venes la creaci�n de "otros yos" que pueden actuar como reales y que aspiran a la e-moci�n, es decir, a relacionarse y emocionarse tambi�n de forma virtual.

El entorno en el que los j�venes usan el messenger es, fundamentalmente, en el hogar familiar (donde se sienten seguros y se desinhiben) y de manera algo infantilizada (generalizaci�n de las abreviaturas, onomatopeyas, emoticones, etc). Los j�venes buscan para "conectarse" un espacio propio, aislado, que les ofrece multitud de posibilidades pero donde se corre el riesgo de aislamiento.

Tecnolog�as y relaciones familiares

Paralelamente, este estudio ha demostrado c�mo las nuevas tecnolog�as tambi�n influyen en las relaciones familiares, creando una privacidad para los hijos que es dif�cilmente controlable por los padres. En los �ltimos a�os la habitaci�n de los adolescentes ha vuelto al primer plano de la cultura juvenil, experimentando una gran metamorfosis.

Seg�n "J�venes y cultura messenger", actualmente, la mayor�a de los j�venes espa�oles poseen un ordenador en su propia habitaci�n (el 63.1% de los j�venes espa�oles de 15 a 29 a�os tiene ordenador y el 41.5% accede a Internet) Atr�s quedaron las familias unidas por un PC situado estrat�gicamente en un cuarto de uso com�n, para as� pasar m�s tiempo con sus hijos. La independencia de los j�venes est� ahora en su propio hogar.

Como consecuencia de la emergencia de la culturadigital se ha hecho posible la comunicaci�n interpersonal desde el propio espacio privado:

� Del tel�fono familiar controlado por los padres se ha pasado al tel�fono m�vil personalizado que se puede usar desde la habitaci�n.
� De la comunicaci�n escrita por carta se ha pasado a la comunicaci�n por Messenger, SMS, email o Chat.
� Gracias a Internet los j�venes han aprendido a acceder a comunidades virtuales que est�n mucho m�s all� de su propia habitaci�n.
� Gracias a los videojuegos (consolas, GameBoy, PlayStation) pueden practicar en su casa lo que antes ten�an que hacer en las salas p�blicas de recreativos.

Las brechas digitales generacionales

Finalmente, seg�n esta investigaci�n, se amortigua el conflicto generacional entre padres e hijos pero se abren nuevas brechas que les separan y ampl�an las desigualdades por edades. Los j�venes crean su propio espacio privado donde disponen de todo lo necesario para poder estar en contacto con el exterior sin tener que salir. Ellos deciden si quieren conectar el m�vil, estar disponible en el messenger� La brecha entre adolescentes y/o j�venes y sus padres, asumida por ambas partes, tiende a perpetuar el "mito" de que las nuevas tecnolog�as son s�lo para los j�venes, como parte de un rito "generacional".

En segundo lugar, ya est�n empezando a detectarse brechas generacionales entre los propios j�venes: los de menor edad, por ejemplo, utilizan tecnolog�as que el resto no conocen o no aprovechan al m�ximo.

Por otra parte tambi�n se establecen brechas digitales entre los j�venes que tienen acceso y usan las nuevas tecnolog�as y aquellos que no tienen, o no quieren tener, ese acceso y uso. Se trata en definitiva de estar dentro o estar fuera, lo que los j�venes consideran lo mismo que estar o no estar. Quien no est� en Internet, quien no tiene m�vil, quien no maneja las nuevas tecnolog�as, pasar� a engrosar la lista de los que pierden oportunidades, tanto laborales como de relaciones sociales.